Exigen medidas valientes y decididas para acabar con el desequilibrio territorial y la profunda desvertebración del país.
Piden el cumplimiento de los preceptos constitucionales de solidaridad e igualdad territorial para garantizar la igualdad de todos los españoles, vivan donde vivan.
Como muchos ciudadanos, en Teruel Existe y Aragón Existe escuchamos con atención el discurso navideño del rey Felipe VI. Compartimos las líneas generales de su análisis sobre la situación del país, en los que ha enumerado la división, el deterioro de la convivencia y la erosión de las instituciones como principales retos a los que se enfrenta España en el futuro. Pero en su discurso echamos de menos una referencia a los que consideramos los problemas más graves: la falta de cohesión territorial y la despoblación.
El monarca ha afirmado que “la división hace más frágiles las democracias” y que un país dividido “no avanza ni genera confianza”. Y ha defendido la Constitución como el marco que asegura “estabilidad, cohesión y progreso”. Pues bien, desde Teruel Existe se lleva años denunciando que ese marco constitucional no se está cumpliendo, especialmente en lo referido a los artículos 138 y 139, que pregonan la solidaridad territorial y la igualdad de los españoles en todo el Estado. Es más, durante los últimos 40 años, los valores de la Carta Magna se han utilizado para beneficiar a territorios muy determinados de este país, en detrimento de otros: esos que acertadamente se han denominado “territorios de sacrificio”. En estas décadas desde la Transición se ha creado a conciencia una España a dos velocidades, incluso a tres, en la que algunos territorios —entre los que están las 14 provincias unidas en la Federación de la España Vaciada— se están quedando atrás para el beneficio de las grandes ciudades y centros de producción.
Una España partida por la mitad, que está generando cada vez más desigualdad, con una concentración de población y recursos en áreas muy concretas, y un vasto territorio interior que languidece con el paso de los años por la falta de inversiones y por tanto de oportunidades, y por el envejecimiento de su población que ha conducido hacia su progresivo y hasta ahora imparable vaciamiento.
El rey ha hablado de “anteponer la voluntad de integrar frente al deseo de excluir”. Una cita acertada en su planteamiento, pero que nuestras instituciones se empeñan en incumplir día tras día, año tras año, presupuesto tras presupuesto. El ejemplo más reciente de falta de integración en España lo vemos en la “puesta en marcha” de las ayudas al funcionamiento, una medida auspiciada por Europa que supondría un antes y un después para el tejido empresarial de las tres provincias más despobladas. Unas ayudas que siguen retrasando su aplicación y que en los presupuestos de 2023 el Gobierno de España se ha encargado de “descafeinar” hasta el extremo, dejándola en su mínima expresión: el Ejecutivo pretende aplicar una bonificación del 1% de los costes laborales, cuando Bruselas permite llegar hasta el 20%. La negativa del Gobierno a ampliar estas ayudas ha sido lo que ha llevado a Teruel Existe a votar en contra de los Presupuestos Generales del Estado para 2023. Esperemos que, durante la Presidencia rotatoria de la Unión Europea que España asume el año que viene, el Gobierno central se impregne de ese espíritu europeo y no aplique normas con tanta laxitud y falta de entusiasmo.
Dice el rey que hay que “cuidar la democracia, proteger la convivencia y fortalecer las instituciones”. En Teruel Existe y Aragón Existe consideramos que el primer paso para cumplir estos loables objetivos es tomar medidas valientes y decididas hacia una España más vertebrada, igualitaria y cohesionada. No podemos tolerar que las propias instituciones españolas estén fomentando una división casi insalvable entre españoles de primera y de segunda. Otro ejemplo claro lo vimos esta misma semana en el Senado, cuando el presidente del Gobierno preguntó con desdén a nuestro senador “si le parecían pocos” 51 millones de euros para Teruel en 2023,. El señor Sánchez debe considerar que esa cantidad —que pese a ser inferior a la realmente consignada, es a todas luces irrisoria— es suficiente para solucionar los graves problemas que azotan nuestra provincia, y el aislamiento en comunicaciones provocado durante décadas. Problemas que, pese a la indiferencia de los dirigentes aragoneses, siguen ahí y se agravan cada día.
Todos queremos una España mejor, y compartimos con el rey que nuestro país puede salir de ésta porque ya lo ha hecho en otras ocasiones. Pero esta vez en la ecuación de la salida de la crisis debe estar y estará la España vaciada. Esta España expoliada y explotada que está harta de ser el colchón de los españoles “de primera”, como un fruto que puede exprimirse hasta la última gota, ahora con la invasión especulativa de centrales eólicas y fotovoltaicas sin límites, Esta vez, la solución tiene que pasar, sí o sí, por los millones de españoles que vivimos en la España olvidada durante 40 años. Si quieren que España vuelva a ser un país próspero, que “proteja la convivencia” como pide el rey, y que tenga unas instituciones más fuertes y respetadas, tendrán que contar con nosotros.